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Conflictos Ambientales /envProblems/viewEnvProblem/29

El complejo de humedales del Lipa ocupa un área de 45.000 hectáreas en la llanura de inundación araucana y ha sido reconocido como un lugar de alto valor ecosistémico y cultural en la historia del departamento. Sin embargo, actualmente el Lipa se encuentra profundamente transformado y ha perdido gran parte de su funcionalidad ecológica, como consecuencia de un largo proceso colonizador que inició en la década de 1950 y que continúa hoy en día, así como de la explotación petrolera del Campo Caño Limón en 1986 por parte de Occidental (OXY) en asociación con Ecopetrol. 

 El Lipa cuenta la historia de un país que ha crecido de espaldas a sus valores ambientales y culturales, donde la promesa de riqueza y desarrollo ha fortalecido el conflicto armado, y se ha materializado en la progresiva desaparición de los grandiosos humedales de la llanura de inundación araucana, y del último pueblo ancestral –los Hitnu– que hizo de los esteros, caños, lagunas y selvas de los ríos Lipa y Ele su territorio. Aunque ha habido avances en el reconocimiento institucional de los Esteros del Lipa, por ejemplo, como parte de la Estructura Ecológica Principal, éste sigue sin ser delimitado oficialmente y no cuenta con una figura de protección. 

 De ese modo, se ha permitido la perforación de pozos petroleros en áreas inundables del corazón del Lipa, mientras las quemas, el avance de los pastos y del cultivo de arroz reducen año a año los humedales y los pocos fragmentos boscosos que subsisten. Los pobladores de la región se lamentan del grave deterioro ambiental y señalan a las compañías petroleras, mientras éstas niegan su responsabilidad y advierten que han operado acatando las normas. Entretanto, los Hitnu han quedado a su suerte en pequeños resguardos situados en zonas de conflicto armado, lo que ha llevado a muchos a desplazarse al casco urbano de Arauca, donde sobreviven en condiciones muy precarias reclamando justicia y acompañamiento estatal. Pese a que en la degradación del Lipa han participado múltiples actores, se concluye que la mayor responsabilidad recae en el Estado, puntualmente, en la debilidad y omisiones de la institucionalidad ambiental; en el predominio avasallante del ordenamiento económico sobre las consideraciones y necesidades sociales y ambientales de los territorios; y en la apertura permanente y desordenada de la frontera agrícola.
Destrucción ecosistema bioestratégico El Lipa, Arauca, Colombia

Actores principales

OXY / Ecopetrol /

El Lipa corresponde a una región de frontera caracterizada por una importante oferta ambiental y de recursos naturales, la presencia de comunidades étnicas, un proceso colonizador activo, el rezago en su desarrollo socioeconómico e institucional (DNP, 2018, p.45) en contraste con la economía de enclave derivada de la explotación petrolera, y un fuerte conflicto armado exacerbado -además- por la inestabilidad de la frontera con Venezuela (FIP, USAID y OIM, 2014, p.16). 

La sabana inundable de los municipios de Arauca y Arauquita, incluyendo los “Esteros del Lipa”, comienzan a figurar para el gobierno central a partir de la colonización del Sarare iniciada afines el siglo XIX, y reactivada en la década de 1960 como una respuesta a la crisis social desencadenada por la Violencia de mediados del siglo XX, proceso que desborda la capacidad y/o voluntad del Estado y continúa avanzando de manera desordenada por la geografía araucana. El descontento social producido el incumplimiento y abandono estatal se reflejan en los paros del Sarare de los años 70, impulsando la consolidación de las insurgencias en Arauca. 

Con el descubrimiento del yacimiento petrolero de Caño Limón en la década de 1980 y sus importantes reservas que permiten al país recobrar su autosuficiencia petrolera perdida en los años 70, el departamento recobra la atención del Estado, así como la de los grupos armados -el ELN y las FARC- que se ven fortalecidos al capturar una parte del flujo económico que mana a la par con el hidrocarburo (FIP, USAID y OIM, 2014, p.16). En los años 90, el conflicto armado vive un periodo de gran intensidad y los atentados a la infraestructura petrolera, especialmente las voladuras al oleoducto Caño Limón - Coveñas alcanzan sus valores máximos. A finales de la década, las comunidades se movilizan para denunciar de nuevo las difíciles condiciones de vida y la degradación del Lipa a manos de las petroleras, hecho que origina el informe del IDEAM del año 2000 el cual precisa la localización y extensión de los Esteros del Lipa y analiza la transformación causada por el proceso colonizador, pero se queda corto ante las presuntas afectaciones de la OXY, reconociendo que subsisten grandes vacíos de información y estudios pendientes. 

Pese al mandato legal de proteger los humedales del país, a la alerta ambiental lanzada por las comunidades y al reconocimiento del Lipa como ecosistema estratégico y parte fundamental de la Estructura Ecológica Principal, el complejo de humedales continúa sin ser delimitado y protegido por Corporinoquia que, en 2010, otorga a la OXY el permiso para perforar pozos directamente sobre el estero mayor. A su vez, la adjudicación de baldíos al interior del Lipa continúa mientras la apertura de la frontera agrícola se ha agudizado, especialmente para el establecimiento de la agroindustria de arroz.
A partir de 1975, Colombia pasa a convertirse en importador de crudo, hecho que motivó el cambio de los contratos de concesión en contratos de asociación para estimular la exploración por parte de compañías extranjeras. El contrato de exploración y explotación de hidrocarburos Cravo Norte entre Ecopetrol y la Occidental de Colombia Inc. de 1980 conduce al descubrimiento de los yacimientos de Caño Limón en 1983 en los actuales municipios de Arauca y Arauquita, cuyas reservas se estimaron en 1,2 billones de barriles (Aguilar et al., 1998) de crudo liviano (29.6° API). Con la explotación de Caño Limón, a finales de 1985, el país recobra su autosuficiencia petrolera y su rol de exportador de crudo con la inauguración del oleoducto Caño Limón – Coveñas de 284 km de longitud en 1986. 

El contrato Cravo Norte cuenta con una extensión de 26.656 hectáreas donde se construyeron las facilidades de producción PF-1 y PF-2 con un sistema de lagunas artificiales de 83 hectáreas para tratar las aguas residuales industriales, carreteras internas, líneas eléctricas y de flujo, y numerosas plataformas que –a 2017– albergaban 628 pozos, con una profundidad promedio de 2,29 km, y de los cuales 337 estaban activos (ANLA, CT 4703 de 28-SEP-2017). Caño Limón obtuvo la licencia de viabilidad ambiental por medio de la Resolución 124 de 1990 del INDERENA, y su Plan de Manejo Ambiental, establecido previamente en la Resolución 186 del 21-FEB-2003, fue ajustado mediante la Resolución 877 del 16-AGO-2016 de la ANLA. El complejo cuenta con un permiso de vertimientos de hasta 3’347.321 barriles/día (6,16 m3/s), lo cual equivale a 212,8 piscinas olímpicas/día, y que se realiza en dos puntos cercanos al límite norte de estero mayor del Lipa.

En 1990, cuando el campo Caño Limón estaba en su pico de producción registró en promedio una producción de 250.000 barriles/día (INDERENA, R.124/1990, p.3), cediendo el liderato en producción de hidrocarburos durante la década a los Campos Cusiana y Cupiagua en Casanare, y posteriormente, en la década del 2000, a los Campos del Meta como Rubiales, Castilla y Chichimene. La producción de Caño Limón en 2017 fue en promedio de 35.000 barriles/día, de los cuales cerca de 12.000 provinieron del Contrato Chipirón (ANH, 2017). El contrato con la OXY fue extendido en 2004 hasta el límite económico de los campos, compañía que vendió sus activos continentales en Colombia a la compañía SierraCol Energy en 2020, propiedad de Carlyle Group.
Las dinámicas entre los distintos actores giran alrededor de la apropiación territorial y los recursos naturales de la llanura inundable. Los Esteros del Lipa fueron el último refugio del pueblo Hitnu, un pueblo seminómada adaptado a la sabana inundable que fue reducido, desplazado y finalmente confinado en pequeños resguardos donde su cultura y supervivencia sigue siendo amenazada. Ello se debe principalmente a las acciones y omisiones del Estado, cuya mentalidad colonialista continúa fuertemente arraigada, así como a la continuidad del proceso colonizador, desordenado y depredador, en el cual se presentaron de forma temprana conflictos entre colonos, latifundistas e indígenas.

A partir de la década de 1980, la compañía estadounidense Occidental (OXY) se convierte en el actor privado más poderoso, en cabeza de la explotación del Complejo Caño Limón, contando con el favor y/o respaldo del gobierno central, las FF. MM., las administraciones municipales y una institucionalidad ambiental debilitada. Los actores armados ilegales, en particular el Frente Domingo Laín del ELN, logran capitalizar el descontento social y ven en la actividad petrolera una oportunidad de fortalecimiento de sus estructuras, recurriendo a extorsiones y secuestros, hechos que conducen a la intensificación del conflicto armado en las siguientes décadas. 

De otro lado, la relación entre la OXY y los pobladores de la región ha sido conflictiva pues, aunque la actividad petrolera ha incentivado el poblamiento de la región por las expectativas de empleo y desarrollo, también ha limitado la adjudicación de baldíos y la ocupación de terrenos al interior de los bloques, siendo señalada de contaminar las fuentes hídricas, reducir la biodiversidad y alterar el régimen hidrológico en el Lipa. Cabe recalcar que dichas afectaciones ambientales también tienen su parte de responsabilidad en la ejecución de obras hidráulicas impulsadas por el Estado y en los actores que promueven y se benefician de la apertura de frontera agrícola al interior del Lipa. 

Por último, en el conflicto ambiental por la degradación de los Esteros del Lipa se resalta el rol del Estado en los siguientes puntos: su fracaso histórico en la conducción y finalización del proceso colonizador; su deficiente papel como regulador de los sectores productivos y extractivos en pro del interés general; y su débil respuesta para garantizar los derechos de los pobladores de las regiones de frontera, en particular, el pueblo Hitnu, así como la protección de los ecosistemas de alto valor ambiental. Con todo ello, el Estado ha contribuido sustancialmente a perpetuar la crisis social que sufre la región araucana y el poder de los actores que se benefician con un territorio desordenado, con altos índices de desigualdad y en permanente disputa armada.
La transformación y degradación del complejo de humedales del Lipa se evidencia en la fuerte reducción o desaparición de la pesca, la caza y los recursos forestales, así como en la perdida de los valores paisajísticos de la llanura de inundación y su función como zona de amortiguación de las crecientes durante el periodo invernal. La desaparición de la “laguna del Lipa” a partir de la década de 1980, cuyo centro correspondería hoy con el Estero Mayor del Lipa, es un triste recuerdo de lo que habría sido una región rebosante de biodiversidad. 

Por un lado, es preciso reconocer que la deforestación asociada a la expansión de la frontera agrícola, así como la modificación de la red de ríos y caños que alimentaba al Lipa, se iniciaron a mediados del siglo XX por el proceso colonizador y han sido continuadas en cierto grado por la actividad petrolera a partir de la década de 1980 (IDEAM, 2000).

De otro lado, la operación petrolera es responsable de otro tipo de afectaciones ambientales como las causadas los gigantescos vertimientos de desechos industriales a las fuentes hídricas y las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, que ocurren diariamente desde 1986. Así, por ejemplo, en 1990 se descargaron 211,2 toneladas (t) de grasas y aceites en el sistema hidrológico de la zona, y se emitieron 274.900 t de CO2 y 4.280 t SO2 (IDEAM, 2000, p. 157, 171). En el año de 2016, el complejo Caño Limón vertió en promedio un volumen equivalente a 121 piscinas olímpicas diarias de aguas de desecho a los esteros Agua Verde y La Conquista, al norte del Estero del Lipa (a partir de Corporinoquia, CT No. 500.10.16-1565 de 18-NOV-2016, p.17). Las comunidades señalan que producto de la contaminación generada, la biodiversidad del Lipa desapareció en gran medida, y análisis recientes de Corporinoquia han detectado altos niveles de bario (9.57 mg/L y 2,1 mg/L) en aguas y suelos de los Esteros del Lipa así como contaminación por hidrocarburos (Corporinoquia, CT 700.10.1.17.0528 de 2017; Corporinoquia, Auto 200.6-18.4148 de 2018, p.22, 25).

Actualmente, el flujo reducido de agua que ingresa al Lipa, sumado a la contaminación petrolera y a las escorrentías agrícolas, han contribuido a los procesos de eutrofización, estimulando la proliferación de macrófitas que cubre casi completamente los espejos de agua, y llevando a valores mínimos los niveles de oxígeno disuelto mientras que, a simple vista, continúa la tala de bosques de galería, la quema en las zonas de fluctuación del estero y el avance de los arrozales sobre los humedales (ver OXY, 2010, p.50, 87-88; ANLA, CT 4703 de 28-SEP-2017, p.24, 33; Corporinoquia, CT 500.8.2.18-0426 de 08-JUN-2018, p.27).
En 2017, Corporinoquia detectó altos niveles (9.57 mg/L y 2,1 mg/L) del metal pesado y elemento con reconocido efecto adverso en la salud humana Bario (Ba), cuyo valor máximo aceptable es de 0,7 mg/L (MAVDT, R.2115/2007), en muestras de agua y suelo en la vecindad de la plataforma multipozo Chipirón T-B, construida en una zona inundable en el centro del estero mayor del Lipa en 2012 (Corporinoquia, CT 700.10.1.17.0528 de 2017). En 2018, el Bario también fue detectado en las aguas subterráneas en cercanías al estero de Lipa. Al respecto Corporinoquia declara que dicha situación puede interpretarse como una infiltración y acumulación de este metal a partir de los vertimientos de PF-1 (Corporinoquia, Auto 200.6-18.4148 de 2018, p.22). 

Adicionalmente, la Corporación inició una investigación sancionatoria por “contaminación de las aguas subterráneas por Hidrocarburos Totales de Petróleo (TPH) en la zona de influencia directa de las facilidades de producción PF1 y PF2” del Campo Caño Limón (Arauca) donde se hallaron valores entre 2,2 y 3,3 mg/L (Corporinoquia, Auto 200.6-18.4148 de 2018, p.25), investigación que hasta el primer semestre de 2021 seguía en curso sin presentar resultados. Lo anterior es, si se quiere, más grave considerando que la mayoría de la población en el área de influencia capta el líquido para su consumo en los acuíferos superficiales, por medio de pozos o “puntillos”.

Al respecto, líderes sociales han denunciado graves afectaciones a la salud, incluyendo casos de recién nacidos con malformaciones, debidas presuntamente a la presencia de químicos tóxicos y metales pesados en las aguas superficiales, particularmente en la vereda El Sinaí (Arauca), afectada por los vertimientos de aguas de desecho del Campo Caño Limón (Kroener, 2018).
Los Esteros del Lipa corresponden a un área núcleo y corredor de conectividad de la Estructura Ecológica Principal de los municipios de Arauca y Arauquita (IAvH, 2020; Prüssmann et al. 2020), y en esa medida garantizan “el mantenimiento de la integridad de la biodiversidad, la provisión de servicios ambientales (agua, suelos, recursos biológicos y clima)” así como “la satisfacción de las necesidades básicas de los habitantes y la perpetuación de la vida” (Van der Hammen y Andrade, 2002), brindando “la capacidad de soporte para el desarrollo socioeconómico de las poblaciones” (MAVDT, Decreto 3600 de 2007, Art.1).

Así las cosas, la progresiva degradación del Lipa ha redundado en la reducción y/o perdida de importantes servicios o beneficios ambientales para los habitantes de la región, tales como la caza, la pesca y la disponibilidad de los recursos forestales, el potencial paisajístico y ecoturístico de la llanura inundable, y la amortiguación de las crecientes. Este último punto es probablemente el más crítico hoy en día, pues los Esteros del Lipa se encuentran en áreas con amenaza alta y media de inundación (PBOT Arauca 2015 y PBOT Arauquita 2009). El 61,8% de la población departamental se encuentra en expuesta a una amenaza hidrometeorológica y el 52,6% vive en condiciones de vulnerabilidad social (DNP, 2018, p.21-22).

De otro lado, la instrumentalización del proceso colonizador ha derivado en una alta concentración de la tierra en Arauca (PNUD, 2011; IGAC, 2012; ANT, 2018) y en la expansión frontera agrícola al interior del Lipa, principalmente para el cultivo de arroz secano. Según la Agencia Nacional de Tierras, los indicadores sociales en la región no han sido mejorados por el avance de la agroindustria ni de la actividad petrolera (ANT 2018, p.71), pero si se encuentran asociados con la perdida de ecosistemas estratégicos y la generación de pasivos ambientales. El departamento registra un 32.2% de su población con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), de las cuales 9.2% se encuentran en condición de miseria. A nivel municipal y en las áreas rurales, el NBI de Arauca alcanza el 55% (con 18,8% de la población en condición de miseria) mientras que, en Arauquita, el NBI registra el 45.9% (con 11.3% está en condición de miseria). Frente al índice de Pobreza Multidimensional en las áreas rurales, Arauca y Arauquita registran 60% y 52,9% respectivamente, con niveles de desempleo de larga duración por encima del 40% (DANE, Censo Nacional de Población y Vivienda, 2018).
La recurrencia de las fallas operacionales en el complejo Caño Limón que implican contaminación de suelos y aguas, los manejos abusivos por parte de la OXY en la atención de las contingencias, los altos niveles de bario en algunas zonas de los esteros del Lipa y las denuncias de la afectación a la salud de los pobladores de la vereda Sinaí (Arauca) justifican la suspensión definitiva del permiso de ocupación de cauce de la plataforma Chipirón T-B, así como la suspensión de los vertimientos del complejo, al menos hasta tanto no se realicen estudios robustos e independientes que determinen con precisión los impactos acumulados generados por 35 años de explotación petrolera en los ecosistemas y en la población del área de influencia del proyecto. De igual modo, resulta necesario fortalecer la institucionalidad ambiental en su labor de control y seguimiento, así como las restricciones ambientales de la actividad petrolera sobre ecosistemas estratégicos delimitados o pendientes de delimitación. 

Por otro lado, de acuerdo con las bases catastrales y registrales oficiales, cerca de la mitad del complejo de humedales del Lipa correspondería a predios baldíos de la Nación, lo cual facilitaría una ambiciosa estrategia de recuperación y protección del Lipa, por ejemplo, su declaratoria como humedal Ramsar, hecho que no riñe con adelantar ciertas actividades productivas en su interior, de acuerdo con un Plan de Manejo Ambiental. Al respecto, resulta clave suspender la adjudicación de tierras al interior del Lipa y recuperar los terrenos que han sido ilegalmente ocupados y/o transformados, ofreciendo siempre a los sujetos de reforma agraria alternativas en otras áreas. También vale mencionar que existe una propuesta surgida desde las comunidades que podría ayudar al río Lipa a recuperar su caudal, interviniendo algunos caños que conectan el río Caranal con los esteros, contribuyendo a mitigar las inundaciones. Este tipo de iniciativas podrían complementarse con estrategias de gobernanza ambiental (por ej. el Monitoreo Ambiental Comunitario Participativo) y con el rescate del conocimiento del pueblo Hitnu sobre la llanura inundable, pueblo que continúa a la espera -con urgencia- de la implementación de las medidas de reparación ordenadas por la Corte Constitucional.


Arauca : Arauca, Arauquita,
Figuras Territoriales: Resguardo San José del Lipa
Santuario de Fauna y flora de Arauca (eliminado)
Cuencas Hídricas: Río Lipa, Río Arauca, Brazo Bayonero, Río Caranal
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